Reina Victoria y Príncipe Alberto: así fue su historia de amor

Tomando en cuenta la época y cómo funcionaban los matrimonios de la realeza, a veces es difícil creer que una de las figuras políticas más influyentes y poderosas de la historia se haya casado por amor. Sin embargo, hay pocas parejas reales que hayan tenido una historia de amor tan fuerte como la de la Reina Victoria y el Príncipe Alberto. La verdad es que a pesar de ser una historia hermosa, la suya no fue de obstáculos y tragedias pues desde el principio Alberto era uno de los grandes contendientes a casarse con Victoria.

Prácticamente su historia estaba escrita desde su nacimiento, ambos en 1819. Victoria era la única hija del Príncipe Eduardo de Kent, el cuarto hijo del Rey Jorge III, y la Princesa Victoria de Sajonia-Coburgo-Saalfeld. Alberto, por su parte, era el segundo hijo de Ernesto III Duque de Sajonia-Coburgo-Saalfeld y Luisa de Sajonia-Gotha-Altemburgo. Así pues, la madre de Victoria y el padre de Alberto eran en realidad hermanos. Sin embargo, a diferencia de Alberto, Victoria había ganado la lotería del poder mientras que su futuro esposo estaba destinado a obtenerlo vía el matrimonio.

Cuando Victoria nació, ella era la quinta en la línea de sucesión de la corona Británica. Sin embargo, al momento de su primer cumpleaños, su padre murió y sólo una semana después el Rey Jorge III falleció también haciendo que su tío ascendiera como el Rey Jorge IV. La línea de sucesión cambió dejando a su primo, el Duque de York como el heredero de la corona, pero éste falleció en 1827. Poco a poco el destino de Victoria, quien aún era una niña cambiaría radicalmente cuando el Rey Jorge IV falleció pasando el cetro a su último hermano vivo William IV quien ya estaba en una edad avanzada y no había tenido descendencia. Con sólo 11 años de edad Victoria se convirtió en la segunda en la línea de sucesión y por ende desde ese momento fue criada con normas estrictas y en un sistema extremadamente aislado.

La madre de Victoria, junto a sus consejeros planeaban obtener el poder mediante un sistema de Regencia debido a la corta edad de Victoria y la avanzada edad del Rey. Anticipando este movimiento, el Rey William hizo saber de su intención de casar a Victoria con el Príncipe Alexander de los Países Bajos con la mera intención de arruinar los planes de regencia y evitar que la familia Sajonia-Coburgo se convirtiera en la más poderosa del mundo. Sin embargo, a pesar de los varios intentos de presentar candidatos fuera de la familia, cuando Victoria conoció a Alberto, ella se enamoró perdidamente de él.

Unos meses después de cumplir los 18 años de edad, en 1837, su tío el Rey William murió haciendo a Victoria Reina del Imperio Británico. Al ser ya mayor de edad, los planes de su madre quedaron arruinados y Victoria por fin pudo emanciparse de su yugo, o al menos eso pensaba ella puesto que según los valores de la época, una mujer joven debía vivir con su madre hasta el matrimonio. Ya que Victoria no quería apresurarse a casarse sólo para alejarse de su madre, decidió invitar a Alberto a una visita oficial para corroborar que tanto sus sentimientos como los de Alberto siguieran siendo tan intensos como cuando se conocieron.

Alberto llegó a Inglaterra en el otoño de 1839 y para su tranquilidad, su amor seguía tan potente como nunca. Además de una historia familiar en común ambos tenían gustos e intereses similares. Para empezar, ambos siempre habían sentido que no eran más que peones en un horrible juego de poder. Además, ambos tenían una inmensa pasión por la música y las artes a tal grado que esto se convertiría en un referente del reinado de Victoria. En fin, después de unos días de convivencia, y dado el poder de Victoria, ella fue quien le propuso matrimonio a Alberto. La pareja se casó en febrero de 1840 en una ceremonia sin precedentes. 

Victoria escribió en su diario que su boda había sido el día más feliz de toda su vida. Alberto era todo para ella e incluso se convirtió en su más leal confidente, además de consejero político sobre todo durante sus varios embarazos cuando Alberto tomó el control de los asuntos de la corte más importantes. Su primera hija nació exactamente nueve meses después de la boda. Durante los siguientes 17 años, Victoria y Alberto recibirían ocho bebés más a los cuales casarían estratégicamente entre las casas reales más importante. Es por ello que Victoria sería llamada “la abuela de Europa”, un mote que permanece hoy en día.

Muchas de las tradiciones que hoy en día se siguen en las bodas fueron implementadas por Victoria y Alberto. Empezando por el vestido blanco que fue el color que Victoria utilizó y se popularizó automáticamente. También fueron de los primeros en intercambiar anillos de compromiso e incluso solían hacer intercambio de regalos en los eventos personales importantes. Por si fuera poco, Victoria siempre se esforzó por siempre hacer feliz a su esposo y que se sintiera en casa a pesar de estar en un país distinto al suyo y uno de sus grandes actos de amor y que se convertiría en toda una tradición alrededor del mundo fue cuando hizo traer un pino de su tierra para adornarlo en Navidad.

No todas las historias de amor tienen un vivieron felices para siempre. En noviembre de 1861, después de recibir el rumor de que el Príncipe de Gales, Alberto, estaba teniendo un amorío con una actriz Irlandesa, Alberto viajó a Cambridge para manejar la situación con su hijo. Él no se encontraba bien del estómago desde hace días y la visita lo debilitó demasiado. Sólo unas semanas después fue diagnosticado con fiebre tifoidea y en diciembre falleció. Victoria nunca se repuso de la muerte de su amado Alberto e incluso vistió de luto toda la vida. Alberto no sólo era su compañero, siempre fue su pilar y apoyo, su confidente y sobre todo su mejor amigo. Por el resto de sus días Victoria se dedicó a honrar de todas formas la vida de Alberto.

Juntos, Victoria y Alberto convirtieron sus más grandes pasiones en íconos de su reinado. Impulsaron las artes como nunca se había visto en el Reino Unido e incluso organizaron la ‘Gran Exhibición’ un evento que promovía el arte en todo el mundo. Después de la muerte de Alberto, muchas instituciones así como sitios geográficos fueron nombrados en honor a los dos. A la fecha muchos lagos, ciudades, premios, rangos militares, palacios entre otros son nombrados en honor a Victoria y Alberto. Al final del día su historia así como su influencia siempre será recordada como la más grande historia de amor de todos los tiempos.