- La princesa Margaret fue hermana de la reina Isabel II
- Su vida, a diferencia de Elizabeth, fue un tanto controvertida
- Echemos un vistazo a su vida privada
A diferencia de Isabel quien era tímida y un tanto estricta desde pequeña, Margaret tenía una personalidad alegre y extrovertida a tal grado que siempre tuvo la percepción de que ella hubiera hecho un mejor trabajo como reina de Inglaterra en cuanto a relaciones públicas se refiere. Esta personalidad no sólo la hizo una figura polémica sino una amenaza a la institución de la monarquía en los ojos de políticos y muchos medios.
La trágica historia de amor de la princesa Margarita
Una de las más grandes controversias fue de hecho la de su relación con el Capitán Peter Townsend, un apuesto héroe de guerra 15 años mayor que ella. De acuerdo a la misma Margaret, ella se enamoró de Peter en 1947 cuando la familia real hizo una gira por Sudáfrica; Townsend era parte del staff del Rey Jorge VI, y muy cercano a la familia.
Por años la pareja mantuvo en secreto la relación principalmente porque Townsend era un hombre casado y con dos hijos. En 1952, Isabel se convirtió en reina y ese mismo año, la esposa de Townsend solicitó el divorcio. Al año siguiente Peter le propuso matrimonio a Margaret desatando toda una polémica en el Reino Unido, y por supuesto, la familia real.
Al poco tiempo de la abdicación del Rey Eduardo VIII por la negativa del parlamento a permitirle casarse con una mujer dos veces divorciada, la idea de que la hermana de la Reina contrajera nupcias con un hombre divorciado era impensable. Además para la Iglesia de Inglaterra, el matrimonio era visto como sagrada e indisoluble por ende el divorcio era impensable.
Como jefa de la Iglesia Anglicana, la Reina no podía consentir el matrimonio por lo que intentó basarse en la Ley de Matrimonios Reales de 1772 en el que un miembro de la realeza podía casarse sin el consentimiento del monarca una vez cumplidos los 25 años.
¿La solución era separar a la pareja?
El secretario de la Reina Tommy Lascelles creía que la solución al problema era separar a la pareja y que con el tiempo la intención de matrimonio fuera olvidada. A pesar de las promesas de la Reina a su hermana de permitirle pasar un tiempo con Townsend, éste fue enviado a Bruselas mientras Margaret se encontraba de gira en Rodesia.
Pese a la crueldad de la separación y con el apoyo de la opinión popular, la pareja esperó años con la ilusión de poder casarse y formar una familia. Pero al regreso de Townsend el Parlamento le hizo saber a la reina que a pesar de la Ley de 1772, el parlamento tenía la última palabra y esta era una negativa.
Sin importar la intención de la Reina por cambiar la Ley y permitirle a su hermana casarse con Townsend, finalmente la única solución que tenían era que ella renunciara a todos sus derechos reales (incluyendo la pensión que recibía) y abandonar territorio británico por unos años. Como Townsend reconoció en su autobiografía, resultó ser mucho sacrificio para Margaret.
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La pareja anunció su separación y ambos contrajeron matrimonio años después. Sin embargo, el matrimonio de Margaret con Anthony Armstrong-Jones fue un desastre así como lo fueron todas sus relaciones. Para Margaret el amor de su vida siempre fue Peter Townsend y la crueldad que demostró su propia familia fue algo que nunca olvidó y que la convirtió en una mujer amargada, errática, polémica e infeliz.
