¿Hay algo malo dentro de ti? No, para nada, la realidad es que el morbo es lo que motiva a muchísima gente a ver este tipo de programas. Los humanos nos guiamos por nuestras emociones y la más fuerte de acuerdo con muchos psicólogos, es el miedo, cosa que los realizadores de estas series, películas y documentales explotan constantemente.
¿Por qué nos gustan tanto las series sobre asesinos?
Hay una parte de nosotros que nos incita a sentir curiosidad por la muerte y por el crimen, y otra parte que inhibe esa curiosidad como si fuese moralmente reprochable. Nos sentimos malas personas cuando en el fondo el motivo por el que nos gustan las noticias, documentales, series y películas sobre crímenes va más allá de lo moral o lo inmoral.
Esa sensación de escuchar acerca de una persona que comete los peores crímenes posibles despierta en nosotros desconfianza sobre nuestra sociedad pero nos sentimos más tranquilos cuando vemos o esperamos que estos criminales sean atrapados.
Lógicamente nosotros esperamos que las cosas terribles que vemos en estas series no lleguen a ocurrirle a nadie cercano pero la narración se vuelve tan detallada que nos metemos de lleno en el tema.
Otra cosa que estas series y documentales despiertan en nosotros es ese lado “curioso” de nuestra mente donde nos encontramos recolectando las pistas que los capítulos van revelando y en poco tiempo armamos teorías sobre quien podría ser el asesino o sobre como lo van a atrapar, la recompensa llega cuando los héroes hacen exactamente lo que tu dijiste que iban a hacer y si no pues puedes descubrir la forma en que lo hicieron y como cayó en manos de la policía.
Sin embargo, visualizar constantemente documentales, series y películas sobre crímenes puede sensibilizarnos y hacernos más susceptibles o incluso paranoides. Descubrimos tantas formas de ser asesinados que al final nos asusta hasta bajar la basura por la noche, tal y como les sucede a los estudiantes de medicina que se vuelven hipocondriacos al conocer la gran variedad de enfermedades a las que nos exponemos día a día.
Sí, debemos ser cautos sobre todo cuando transitamos un sitio oscuro, desconocido o con poca gente, pero no podemos vivir con miedo a cada paso que damos.