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Perfil de celebridad
Clint Eastwood goza de una salud envidiable y un cuerpo atlético que le ha permitido llegar a los 90 años al pie del cañón. Una buena herencia regalo de su madre Ruth, fallecida a los 97 años y la “mujer más importante” en la vida de esta leyenda del cine para el que no existe la palabra jubilación en su vocabulario ni el de fidelidad amorosa como padre de ocho hijos de seis mujeres distintas.
Este fanático del jazz que estrenó a principios de enero Richard Jewell, su película número 38 como director, desempeñó todo tipo de oficios en su juventud: dependiente de una gasolinera, conserje, leñador y monitor de natación hasta que se apuntó a un curso de interpretación a los 22 años con el objetivo de ligar y descubrió que podía tener un futuro en el mundo del entretenimiento. Desde entonces, la meta del joven y tímido Cint, de 1,93 metros de altura, fue abrirse camino como actor, pero su ambición le llevó también a labrarse una carrera importante como director, productor, músico y hasta alcalde entre 1986 y 1988 de la localidad californiana Carmel by the Sea representando al partido republicano.
En sus comienzos, a Eastwood se le consideraba sinónimo de mal gusto cinematográfico, con gran parte de los críticos en contra. Con el tiempo y una vez desplegado todo su talento, acabaron rindiéndose a sus pies, especialmente a raíz de su faceta de director con Bird (1988), en la que reconstruía la vida del saxofonista Charlie Parker con Forest Whitaker en el rol protagonista. Debutó en el cine con 24 años en la película de serie B de ciencia ficción de la Universal El regreso del monstruo (1955) haciendo de ayudante de laboratorio, a la que le siguió Francis en la Marina, protagonizada por la mula Francis y en la que su nombre irrumpió en los títulos de crédito. Al final, tras estas experiencias tan poco memorables, el estudio le acabó despidiendo porque tenía la nuez demasiado grande y no quedaba bien en pantalla.
Eastwood pasó de ser una estrella de la televisión a una superestrella de cine gracias a los tres spaguetti western que rodó a las órdenes del director italiano Sergio Leone: Por un puñado de dólares (1964) , La muerte tenía un precio (1965) y El bueno, el feo y el malo (1966), o lo que es lo mismo la Trilogía del dólar, bañada por la excelente banda sonora de Ennio Morricone. Su personaje de ‘El hombre sin nombre’, un tipo rudo e insensible que fuma mascando y con el revólver siempre a punto para desenfundar le reportó una fama enorme en Europa, especialmente Italia, y ayudó a encumbrar a lo más alto el subgénero del spaguetti western.
En su carrera de 65 años ha habido de todo, películas malas, regulares, buenas y un puñado de obras maestras, como Sin Perdón o Million Dollar Baby, por las que se llevó sendos Oscars al mejor director y película. También fue nominado su trabajo en ellas como mejor actor, aunque los galardones como intérprete siempre se le han resistido. En la actualidad, el nombre de Clint Eastwood, con su mirada penetrante y rasgada, su rostro de gesto frío y casi inmutable aderezado por unos ojos azules y unos labios finos, solo puede ser sinónimo de icono de un cine en el que ha regalado todo un abanico de personajes y frases míticas como aquella “¡Anda, alégrame el día” de Impacto súbito, la cuarta película de la saga Harry El Sucio o “las opiniones son como los culos, todo el mundo tiene uno”, de El novato (1990).
A Clint nunca le ha gustado recibir órdenes de nadie y a los 90 continuará haciendo lo que le plazca, que por eso se ha ganado a pulso la fama de tipo duro. “Me gusta lo que hago, ¿por qué tendría que dejarlo? Diré adiós sin despedirme”. Palabra de Eastwood.